¿Existe el alma?

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Por Leonardo Vintiñi
La Gran Época
Oct 24, 2006


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El 28 de julio de 1976, a las 3:42 de la madrugada se produjo en Tangshan, China, el terremoto más mortífero del siglo XX, y el tercero más grande registrado en la historia. Aproximadamente la quinta parte de la cuidad pereció en aquel terrible episodio, y otros miles de personas fueron rescatadas de los brazos de la muerte. Cuando se realizo una encuesta sociológica especial a estos últimos para determinar que sintieron en el momento más crítico de sus vidas, sorprendentemente muchos respondieron que al estar cara a cara con la muerte no sintieron ninguna pena ni desamparo, sino que al contrario, experimentaron una especie de excitación latente, como si se hubieran librado del peso físico corporal. Incluso algunos relataron haber visto otras dimensiones, seres especiales, un túnel de luz y cosas por el estilo. Probablemente la mayoría de las personas conocen relatos de este estilo, conocido en el círculo de expertos como ECM (experiencias cercanas a la muerte).

Las ECM plantean un dilema para la ciencia, el cual es la determinación de la mente como mero producto de reacciones químicas neuronales, o como una entidad independiente del cerebro, capaz de separarse de este en momentos muy particulares como ser, por ejemplo, la muerte. Como es de esperar, existen diversas posiciones de los científicos respecto a la existencia del alma como entidad individual. Uno de los estudios más comentados por los legos, referente al tema, son los que en 1907 realizara Doctor en Medicina Duncan MacDougall, de Haverhill, Massachussets. MacDougall trabajo con 6 pacientes en estado crítico, a los cuales pesó en el momento inmediato anterior a sus muertes y en el posterior. El extraño resultado, divulgado en las publicaciones médicas del momento, era que los pacientes perdían un promedio de 21 gramos en el momento exacto de la muerte. El Dr. MacDougall llegó a la conclusión de que este era el peso del alma humana. Hoy en día esta prueba cuenta más que nada como una anécdota en el círculo científico, dado que muchos detractores afirman que se pudieron cometer muchos errores groseros de medición por un factor u otro. No obstante, hasta el momento nadie parece haber tenido la voluntad de repetir este experimento, para confirmarlo o refutarlo.

Desde el punto de vista reduccionista (escéptico a la existencia de conciencia individual), el representante más sonado de los últimos años es seguramente el científico Francis Crick, premio Nóbel en 1962 por haber descubierto junto al estadounidense James Watson la estructura del ADN. Crick afirma en un polémico estudio de varios años que “nuestras mentes, el comportamiento de nuestros cerebros, pueden ser íntegramente explicados por la interacción de las células cerebrales”. A pesar de todo, muchos investigadores acusan a Crick de aferrarse a un reduccionismo extremo, postura la cual muchas veces dejó en el absurdo a científicos de toda época. “Lo que Crick ha descubierto son los componentes neurológicos de la conciencia. Es como decir que una catedral es un conjunto de piedras y vidrios. Cierto, pero se trata de una constatación simplista” afirma Michael Reiss, quien es a su vez religioso y científico, profesor de la Universidad de Londres. Dicho en otras palabras, el cerebro pudiera bien parecer un festival de neurotransmisores yendo y viniendo de acá hacia allá, pero esto no necesariamente negaría la existencia del alma. De hecho, muchos ven a los impulsos eléctricos de este intrincado cruce de rutas llamado cerebro, como una manifestación de los mensajes de la conciencia, y no al contrario.

Por otro lado, investigaciones simultáneas a las de Francis Crick, realizadas por un equipo de doctores holandeses sobre un total 344 pacientes que sufrieron fallos cardíacos, reveló que un 18% de estas personas había tenido experiencias cercanas a la muerte. El líder del equipo, Pim Van Lomme, cree que su trabajo cuestiona el “asumido, pero nunca probado, concepto de que la conciencia y la memoria se localizan en el cerebro”. Van Lomme se pregunta como pudieron estos pacientes con un electroencefalograma plano haber vivido experiencias tan lúcidas sin no es por un estado de conciencia independiente al órgano cerebral. Este estudio, que apoyaría a otro realizado el año anterior en el Hospital de Southampton, se terminó en dos años, y fue publicado por “The Lancet” una de las publicaciones médicas mas prestigiosa del medio. Hasta el momento es el más completo en relación a las experiencias cercanas a la muerte.

http://www.lagranepoca.com/news/6-10-24/3617.html