El mal humor

             


Casi siempre tiene algún motivo, y casi siempre es válido. Sin embargo, el “mal humor” no es exactamente igual al enojo o la pena. Quizás a veces estos sentimientos son los que lo generan, pero el “mal humor” toma luego características propias. Muchas veces deriva precisamente de no expresar,  enfrentar, o hasta a  veces reconocer sentimientos más profundos, como los antes mencionados.

El mal humor suele invadir todas las áreas de nuestra vida. Desde nuestra familia a la cajera que nos atiende en el supermercado. Así como cuando estamos contentos, “sorprendentemente” , todo el mundo es agradable, cuando estamos del mal humor, todos hacen todo mal, y además, a propósito….¡Porque nos odian!

Como el dueño temporario del mal humor suele dispensarlo con injusta generosidad, a su paso va enojando a gente que, hasta ese momento, estaba bastante satisfecha. Y es así que el mal humor inicia su carrera al estilo de una avalancha de fichas de dominó, metiéndose en la vida de muchas más personas de las que imaginamos posible.

Todos tenemos algunos problemas, a veces muchos, y lo último que necesitamos es un gruñón que nos regale disgustos gratuitos. ¿Cómo podemos solucionar un problema tan humano y tan difícil de controlar? Aquí van algunos consejos que, casi siempre – bueno, dije que era un problema muy humano, ¿no? – funcionan para mí.

• Cuando sintamos mal humor, pensemos en la raíz del sentimiento. Si buscamos bien, sabremos que nunca es “porque nos levantamos con el pie izquierdo”.
• Decidamos cuándo vamos a enfrentar el problema, hablar con esa persona, hacer esa llamada, etc. Hagamos un plan para que el problema ya tenga un tiempo específico para resolverse, y deje de meterse en cada intersticio de nuestro día para recordarnos que debemos hacerle frente.
• Avisémosle a los que están cerca nuestro que no estamos del mejor humor. No como advertencia, “¡Cuídate que hoy me llevan los demonios!”, sino para “desactivar” el sentimiento dándole nombre y compartiéndolo.

Tratemos de no dejar que el mal humor agrande nuestros problemas agregando su mala leña a nuestro quizás legítimo fuego, y apaguemos el incendio de nuestros sentimientos con el agua fresca de nuestra razón.   

Gracias Susana