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El Jefe Seattle

La personalidad del Jefe Seattle


Noah Seathl

 

 

Jefe Seattle Suquamish. La única fotografía
conocida del Jefe Seattle (1.786-1.866) fue tomada en la década de 1860, cuando
tendría casi 80 años de edad.

 

 

 

 

 

 

El Jefe Seattle fué el líder de los Suquamish encargado de negociar como
portavoz, en 1854, un tratado con el Gobierno estadounidense, que implicaba el
traslado definitivo de su tribu a una lejana reserva. Fue uno de los firmantes
con otros jefes indios, del tratado de paz de Point Elliott - Mukilteo (1855),
tratado que cedía dos millones y medio de acres de tierra al gobierno de los
Estados Unidos y delimitaba el territorio de una reserva para los Suquamish. Los
Suquamish eran una tribu asentada en el actual estado de Washington, en el
noroeste de los Estados Unidos y al suroeste de Canadá. El Jefe Seattle escribió
una hermosa carta al presidente de los Estados Unidos, que ha llegado a nuestros
días como una oda a la Madre Naturaleza, a la Vida y al Gran Espíritu. Esta
carta fué recogida, más de treinta años después, en la edición del 29 de octubre
de 1887 del dominical Sunday Star de Seattle.

Seattle (más correctamente Seathl o "Sealth") nació alrededor de 1786 en
Blake Island, una pequeña isla al sur de Brainbridge Island, durante las
terribles epidemias que diezmaban la población indígena, de las que hoy sabemos
que eran vehiculadas por los pioneros blancos. Era hijo de un jefe Suquamish de
Agate Pass, llamado Schweabe, cuyo pueblo vivía alrededor del Puget Sound, en el
estado de Washington, Estados Unidos. Su madre, Sholitza, era la hija de un jefe
Duwamish de lower Green River. El jefe Seattle era considerado un Duwamish,
porque en estos pueblos se sigue una línea matrilínea de descendencia, .

Ganó reputación por su coraje, osadía y liderazgo, y siendo todavía un joven
jefe consiguió el control de seis de las tribus locales, cuando tenía entre 20 y
25 años, cargo para el que fue elegido repetidamente hasta su muerte. A través
de los años, continuó las relaciones amistosas iniciadas por su padre con los
europeos locales. Era muy alto, para ser un nativo de Puget Sound. También era
conocido como orador en su idioma nativo (Lushootseed), y se dice que su voz
podía llegar lejos cuando se dirigía a una audiencia.

En los registros de la Iglesia católica, el Jefe Seattle aparece inscrito
como Noé Siattle. Probablemente fue bautizado por padres oblatos, después de la
muerte de uno de sus hijos, habido con su segunda mujer, de la que tuvo varios
hijos e hijas. Su primera mujer había muerto de parto, al nacer su hija
Angeline, conocida ésta por los pobladores blancos como "Princesa Angelina". Sus
otros hijos fueron también bautizados.

Falleció el 7 de junio de 1866.

  

 

 

 

El territorio de los Dewamish y Suquamish

El territorio ocupado hoy por el estado de Washington, al noroeste de Estados
Unidos, fue la patria ancestral de los Dewamish. El decimocuarto Presidente de
los Estados Unidos, el demócrata Flanklin Pierce, les propuso a los Dewamish, en
el año 1855, que vendiesen sus tierras a los colonos blancos y que ellos se
concentrasen en una reserva. El Gran Jefe de los Dewamish, Seattle, dio su
respuesta al Gran Jefe de los blancos, con un discurso cuya sabiduría, crítica y
esperanza, moderadamente prudente, nos asombra y admira incluso hoy, 152 años
después.

                               

                          Totem suquamish

Notas editoriales sobre el documento

En años recientes, se ha estado debatiendo sobre las palabras auténticas del
Jefe Seattle. Como es natural, la controversia principal se centra alrededor de
la autenticidad de la versión del discurso que más corrientemente se le
atribuye. Aunque quizás nunca lleguemos a saber con exactitud lo que dijo el
Jefe Seattle, es muy posible que él haya sido tan elocuente como aparece
representado en las diversas versiones.

"Versiones del discurso de Respuesta del Jefe
Seattle"

El 10 de enero de 1854, el Jefe Seattle pronunció su ahora famoso discurso
como respuesta al de Isaac I. Stevens, el nuevo Gobernador y Comisionado de
Asuntos Indígenas para los Territorios de Washingtton.

Uno de los presentes a este discurso oral de Seattle fue el Dr. Henry Smith,
quien tomó extensas notas, aunque nunca se han encontrado dichas notas del
discurso. Consta que Seattle habló en su lengua nativa, Lushotseed, y que fue
traducido a Chinook, lengua que Smith conocía parcialmente. Smith lo tradujo al
inglés. Obviamente en este triple proceso de traducción se simplificó mucho el
mensaje de Seattle.

La primera versión impresa del discurso, que apareció en la edición del 29 de
octubre de 1887 del Seattle Sunday Star, había sido escrita por el Dr. Smith. El
florido estilo victoriano de esta versión hace pensar que el ropaje retórico del
mensaje de Seattle es más propio de los antecedentes culturales de Smith que de
los de Seattle. A pesar de ello, cabe hacer confianza a esta versión, porque
miembros del Museo Suquamish, tras haber consultado en 1982 a ancianos de su
tribu, determinaron que "la versión de Smith es el mejor recuento del discurso
de Seattle".

William Arrowsmith, profesor de literatura clásica en la Universidad de
Texas, decidió, a finales de la década de 1960, tomar la versión del Dr. Smith y
reeditarla, usando el lenguaje y modo de hablar más común de las tribus de la
región en la época de Seattle. Arrowsmith creyó poder desarrollar el sentido más
apropiado de la sintaxis que usaron los contemporáneos de Seattle, conversando
con ancianos tradicionales de estas tribus. [Ver la
versión de Arrowsmith]

La versión más conocida hoy del discurso de Seattle fue escrita por Ted
Perry, amigo de Arrowsmith, profesor de teatro y dramaturgo en la Universidad de
Texas


Perry se sirvió de la versión de Arrowsmith
como base de un nuevo discurso, que serviría como narración para una película de
ficción sobre contaminación y ecología. La película se llamaba Home,
estaba destinada a la Comisión de Radio y Televisión de la Iglesia Bautista del
Sur y tenía como productor a John Stevens.

El productor John Stevens revisó el texto de Perry, sin notificárselo a éste,
agregando frases referentes a Dios y la línea "Soy un salvaje y no
comprendo...". En su número del 11 de noviembre de 1972, la revista
Environmental Actionpublicó la versión bautista del discurso. En esta
versión ya no era un "discurso" del Jefe Seattle sino una "carta" que envió al
Presidente Pierce.

La publicación de un artículo titulado "The Decidedly Unforked Message of
Chief Seattle"
, en la revista Passages de Northwest Airlines, fue la que
hizo famosa la versión bautista. En ella figuraba una nota, explicando que la
"carta" era una "Adaptación de sus observaciones [las de Seattle], tomando como
base una traducción al inglés por William Arrowsmith". 

Suquamish, WA : Sunrise from Agate Passage-Suquamish

Paisaje suquamish

Discurso el indio Suquamish “Jefe Seattle”

 

Esta versión fue escrita por William Arrowsmith a finales de la década de 1960, como un intento de modificar el texto original para que tuviera un lenguaje más actual, sin el florido estilo victoriano empleado por Smith.

Excepto por esta modernización, es muy similar a la Versión 1.


Hermanos, ese cielo que está encima de nosotros se ha compadecido de nuestros padres durante muchos siglos. Nos puede parecer inmutable, pero puede cambiar. Hoy está despejado. Mañana puede estar encapotado con nubes.

Mis palabras son como las estrellas. Ellas nunca se ponen. Lo que diga Seattle, el gran jefe en Washington puede confiar en ello tanto como nuestros hermanos blancos pueden confiar en el regreso de las estaciones.

El hijo del Jefe Blanco dice que su padre nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Esto es muy amable de su parte ya que sabemos que él necesita poco de nuestra amistad. Son muchas sus gentes, como la hierba que cubre las praderas. Mi gente es poca, como los árboles esparcidos por las tormentas en las praderas.

El gran - y bueno, presumo - Jefe Blanco dice que desea comprar nuestra tierra. Pero él reservará suficiente para que podamos vivir confortablemente. Esto parece ser generoso, ya que el hombre no tiene más derechos que él necesite respetar. También podría ser sabio, ya que no necesitamos más un gran territorio. Hubo un tiempo en que mi pueblo cubría esta tierra como la marea moviéndose con el viento por los llanos cubiertos de conchas. Pero ese tiempo se ha ido, y con él la grandeza de tribus ahora casi olvidadas.

Pero no lloraré por la desaparición de mi pueblo. Ni voy a reprochar a mis hermanos blancos por haberla causado. Quizás también nosotros somos parcialmente culpables. Cuando nuestros jóvenes se enojan por alguna injusticia, real o imaginaria, se desfiguran sus caras con pintura negra. Entonces también sus corazones están desfigurados y feos. Son crueles y su crueldad no tiene límites, y nuestros viejos no pueden moderarlos.

Esperemos que nunca regresen las guerras entre el hombre rojo y sus hermanos blancos. Tendríamos todo que perder y nada que ganar. Los jóvenes consideran a la venganza como una ganancia, aún cuando pierden sus propias vidas. Pero los viejos que se quedan atrás en la guerra, madres con hijos que perder -- ellos saben que no es así.

Nuestro gran padre Washington---porque él debe ser nuestro padre al igual que suyo, desde que George movió sus fronteras más hacia el norte---nuestro gran y buen padre nos envía el mensaje con su hijo, quien seguramente es un gran jefe entre su gente, de que nos protegerá si hacemos lo que él desea. Sus bravos soldados serán una fuerte pared para mi pueblo, y sus grandes barcos de guerra llenarán nuestros puertos. Entonces nuestros antiguos enemigos del norte---los Haidas y Tsimshiams---cesarán de asustar a nuestras mujeres y viejos. Entonces será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos.

Pero, ¿puede eso suceder alguna vez? Su Dios ama a su pueblo y odia a la mía. Él pone sus fuertes brazos alrededor del hombre blanco y lo conduce por la mano, como un padre conduce a su pequeño hijo. Él ha abandonado a sus hijos rojos. Él hace que su gente sea cada vez más fuerte. Pronto inundarán toda la tierra. Pero mi pueblo es como una marea menguante que nunca regresará. No, el Dios del hombre blanco no puede amar a sus hijos rojos o él los hubiera protegido. Ahora somos huérfanos. Nadie está para ayudarnos.

¿Cómo, entonces, podemos ser hermanos? ¿Cómo puede ser su padre nuestro padre, y lograr que prosperemos y despertar en nosotros sueños de una futura grandeza? Su Dios debe esta parcializado. Vino hacia el hombre blanco. Nosotros nunca lo vimos, ni siquiera escuchamos su voz. Él les dió leyes al hombre blanco, pero no tuvo palabras para sus niños rojos cuyas multitudes una vez llenaban esta tierra como las estrellas llenan el firmamento.

No, somos dos razas diferentes, y debemos permanecer separados. Hay muy poco en común entre nosotros.

Para nosotros, las cenizas de nuestros antepasados son sagradas. Sus tumbas son suelo sagrado. Pero ustedes son personas errantes, dejando detrás las tumbas de sus padres, y no les da pena.

Su religión fue escrita sobre lápidas de piedra por el dedo de hierro de un Dios enojado, para que así no la olvidaran. El hombre rojo nunca podría comprender o recordar eso. Nuestra religión es las tradiciones de nuestros antepasados, los sueños de nuestros hombres viejos, enviados por el Gran Espíritu, y las visiones de nuestros jefes. Y está escrita en los corazones de nuestra gente.

Sus muertos se olvidan de ustedes y de la tierra que los vió nacer tan pronto como van más allá de la tumba y pasean entre las estrellas. Rápidamente son olvidados y nunca regresan. Nuestros muertos nunca olvidan esta hermosa tierra. Es su madre. Ellos siempre aman y recuerdan a sus ríos, sus grandes montañas, sus valles. Ellos suspiran por los seres vivos, que también están solitarios y que añoran sus muertos. Y sus espíritus regresan con frecuencia para visitarnos y consolarnos.

No, día y noche no pueden convivir.

El hombre rojo siempre se ha retirado ante los avances del hombre blanco, como la neblina en las laderas de la montaña huye ante el sol de la mañana.

Asi que me parece justa su proposición, y creo que mi gente la aceptará y se retirará a la reservación que usted le ofrece. Viviremos separados, y en paz. Porque las palabras del Gran Jefe Blanco parecen ser las palabras de la naturaleza que hablan a mi gente desde la densa oscuridad---una oscuridad que se adhiere a nosotros como la neblina noctura que se mueve tierra adentro desde el mar.

Importa poco donde pasemos el resto de nuestros días. No serán muchos. La noche del indio será oscura. Ninguna estrella luminosa brilla en su horizonte. El viento es triste. El destina caza al hombre rojo. Donde quiera que vaya, escuchará los pasos de su destructor que se aproxima, y se prepara para morir, como el antílope herido que escucha los pasos del cazador.

Una pocas lunas más, unos pocos inviernos más, y ninguno de los descendientes de de las grandes tribus que alguna vez vivieron en esa amplia tierra o que vagan ahora en pequeñas bandas en los bosques quedarán para llorar sobre las tumbas de un pueblo que una vez fue tan poderoso y con tantas esperanzas como el suyo.

Pero, ¿por qué debo llorar sobre el paso de mi pueblo? Las tribus están compuestas por hombres, nada más. Los hombres van y vienen, como las olas del mar. Una lágrima, una oración al Gran Espíritu, un canto fúnebre, y ellos desaparecen de nuestros añorantes ojos para siempre. Incluso el hombre blanco, cuyo Dios caminó y conversó con él como un amigo con otro amigo, no puede estar exonerado del destino común.

Puede que seamos hermanos, después de todo. Veremos.

Consideraremos su oferta. Cuando hayamos decidido, se lo haremos saber. En caso de que aceptemos, aquí y ahora pongo esta condición: nunca se nos negará el derecho a visitar, en cualquier momento, las tumbas de nuestros padres y nuestros amigos.

Cada parte de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada ladera, cada valle, cada claro y bosque, es sagrada para la memoria y experiencia de mi pueblo. Inclusos esas rocas mudas a lo largo de la costa están cargadas de eventos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El polvo bajo sus piés responde con más amor a nuestras pisadas que a las suyas debido a que son las cenizas de nuestros abuelos. Nuestros píes desnudos reconocen el toque familiar. La tierra es rica con las vidas de nuestra gente.

Los jóvenes, las madres y las niñas, los niños que una vez vivieron y fueron felices aquí, todavía aman estos lugares solitarios. Y al atardecer, los bosques se oscurecen con la presencia de los muertos. Cuando el último hombre rojo se haya desvanecido de esta tierra, y su memoria sea solamente una historia entre los blancos, estas costas todavía estarán repletas de muertos invisibles de mi gente. Y cuando los hijos de sus hijos piensen que están solos en los campos, los bosques, los talleres, los caminos o en la quietud de los bosques, ellos no estarán solos. No hay lugar en este país donde un hombre pueda estar solo. En la noche, cuando las calles de sus pueblos y ciudades estén silenciosas y ustedes crean que están desiertas, ellas estarán atestadas con espíritus que regresa y que una vez las llenaban y que todavía aman estos lugares. El hombre blanco nunca estará solo.

Que él sea justo y trate amablemente a mi gente. También los muertos tienen poder.

Buenas interpretaciones en:

http://blogs.que.es/705/2007/11/2/ecologia-amerindia-frente-los-biocombustibles-1-2

 http://encontrarte.aporrea.org/teoria/perfiles/6/

 

Ver video de la carta “Light” : http://www.youtube.com/watch?v=bWwJ_-f6VxE

 

 

 

 

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