" Cada día se debería hacer una cosa diferente para no caer en el aburrimiento y la rutina de la vida"

Jaime Pérez S

La rutina es un esqueleto fósil cuyas piezas resisten y se carcomen a través de los siglos. No es hija de la experiencia, es su caricatura.La una es fecunda y engendra verdades, estéril la otra, las mata.

Acostumbrados a copiar escrupulosamente los prejuicios del medio en que viven, aceptan sin controlar las ideas destilados en el laboratorio social, como los enfermos de estómago inservibles que se alimentan con substancias ya digeridas en los frascos de las farmacias. Su importancia para asimilar ideas nuevas los constriñe a frecuentar las antiguas.

La rutina, síntesis de todos los renunciamientos, es el hábito de renunciar a pensar. En los rutinarios todo es menos esfuerzo; la decidia y la pereza derrumba su inteligencia. Cada hábito es un riesgo, porque la familiaridad se hace una costumbre. Los actos que al principio provocaban pudor, acaban por parecer naturales; el ojo percibe los tonos violentos como simples matices, el oído escucha las mentiras con igual respeto que las verdades , el corazón aprende a no agitarse por torpes acciones.

El hombre mediocre que se eventura en la liza social tiene apetitos urgentes: el éxito. No sospecha que existe otra cosa, la gloria, ambicionada solamente por los caracteres superiores. Aquel es un triunfo efímero, al contado; ésta es definitiva, inmarcisible en los siglos.

Mirar de frente al éxito , equivale a asomarse a un principio: se retrocede a tiempo o se cae en él para siempre. Es un abismo irresistible, como una boca juvenil que invita al beso; pocos retroceden . Inmerecido, es un castigo, un filtro que envenena la vanidad y hace infeliz para siempre; el hombre superior, en cambio, acepta como siempre anticipación de la gloria ese pequeño tributo de la mediocridad, vasalla de sus méritos.

Jaime Pérez S 

tomado de http://jaimito.blog.com.es